Los cometas, esos grandes pedazos de hielo, tan grandes como una ciudad y que proceden de las profundidades del espacio, adornan nuestros cielos con hermosas cabelleras cuando, al precipitarse a nuestro rincón del Sistema Solar, sufren el calentamiento del Sol.
La Agencia Espacial Europea ha fijado noviembre de 2014 para que Rosetta, una sonda que órbita al cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, lance la sonda Philae Lander para que aterrice de forma suave en su superficie.
En otro tiempo sirvieron para confirmar la Ley de la Gravitación de Newton. Halley calculó y predijo el regreso del cometa que ahora lleva su nombre para 1758. Ahora, el estudio de los cometas nos ayuda a conocer cuál fue el origen del Sistema Solar y a predecir sus trayectorias, con vistas a prepararnos para, en su caso, evitar futuras colisiones con la Tierra.
La sonda Philae logró aterrizar en el cometa el 12 de noviembre, aunque con tan mala suerte que cayó, después de un par de rebotes, en una zona en sombra. Debido a que necesita de sus paneles solares para obtener energía, sólo pudo funcionar durante 57 horas antes de apagarse. Eso sí, logró enviar una información científica que ya está siendo analizada.
Esperaremos a que la orientación de su posición con respecto al Sol cambie en unos meses (no es otra cosa que el fenómeno de las estaciones, que también se producen en el cometa), para ver si logran reactivarse y ponerse manos a la obra. No se espera que esto ocurra antes de mayo próximo, aunque es probable que en agosto ya esté funcionando. Si volviera a entrar en funcionamiento por entonces, podría rivalizar con las imágenes que para entonces tendremos del planeta enano Plutón, y que esperamos que ya nos habrá enviado la sonda New Horizons.
Los niños que asisten al Planetario Educa Ciencia pueden ver una curiosa simulación del aterrizaje de Philae.