Son frecuentes las noticias alarmistas que aparecen en los medios de comunicación, en las que se nos advierte de la llegadas de tremendas tormentas solares. Muchas personas se asustan pensando que el Sol va a poder dañar su piel, más de lo que lo puede hacer normalmente.
El Sol no deja de enviarnos su energía, que puede llegarnos de distintas formas. Desde las inofensivas ondas de radio hasta la luz visible, no debemos nunca temer nada. La radiación ultravioleta, que nos pone morenos, sí es ciertamente dañina cuando nos llega en exceso, siempre que no llevemos la protección adecuada. Sin embargo, existe más energía que el Sol lanza al espacio en grandes cantidades y de la que todos los seres vivos estamos perfectamente protegidos en la Tierra.
Existen otros rayos ultravioleta más poderosos, que la capa de ozono absorbe en su totalidad (que poco a poco se va recuperando de los daños infligidos por la actividad humana). Más dañinos aun son los rayos X, que el Sol emite en grandes cantidades durante determinadas tormentas. Sin embargo, la atmósfera terrestre es capaz de detenerlos en su totalidad, motivo por el que sabemos que no debemos temer nada de las tormentas solares. De hecho, no supimos de la existencia de rayos X fuera de la Tierra hasta que no se lanzaron cohetes para detectarlos por encima de la atmósfera. Los rayos gamma son aún más poderosos, pero la atmósfera, afortunadamente, también los detiene.
El espacio está lleno de rayos cósmicos. Partículas cargadas eléctricamente y que viajan a velocidad impresionantes. El Sol es una fuente natural de rayos cósmicos, especialmente durante las tormentas solares. Estos rayos cósmicos son capaces de destruir las atmósferas de los planetas, acabando con la protección y abrigo que les brindan. La Tierra, afortunadamente, posee un poderoso campo magnético que es capaz de desviar las partículas de los rayos cósmicos, debido precisamente a que tienen carga eléctrica, atrapando estas partículas en los cinturones de van Allen. Cuando hay una tormenta solar, el flujo de rayos cósmicos solares es más alto, algunas de las partículas atrapadas en los cinturones caen, arrancando millones de electrones a los átomos de la alta atmósfera, haciéndola brillar en las zonas cercanas a los polos (conducidas por el campo magnético). Y así es como se produce el fenómeno conocido como aurora, que se llama boreal si aparece en el hemisferio norte y austral si lo hace en el hemisferio sur.
Cualquier persona con un mínimo de cultura sabe que la electricidad es una corriente de electrones. Cuando una tormenta solar libera una gran cantidad de ellos en la atmósfera, se ponen a circular, produciéndose una corriente eléctrica que, por cuestiones debidas a la propia naturaleza de la electricidad, pueden provocar (inducir) corrientes eléctricas en los cables que tenemos en la superficie de la Tierra. Si están corrientes son lo bastante intensas, es posible que provoquen desperfectos en algunos aparatos e instalaciones. Si bien es cierto que estos fenómenos no son muy frecuentes y suelen ocurrir en zonas prácticamente deshabitadas, es verdad que los gobiernos deberían estar más preparados frente a estas contingencias, habilitando mecanismos adecuados que desconecten o protejan las instalaciones eléctricas durante las tormentas y manteniendo equipos de repuesto para los casos en que pudieran ser necesarios.