Hipatia de Alejandría es, sin duda, la «científica» más reconocida de las que desarrollaron su actividad en la Antigüedad, como se conoce a la época anterior a la Edad Media en esta parte del planeta. No sabemos si es muy correcto emplear el adjetivo «científica» para referirse a personas de hace tanto tiempo, ya que el método científico no se desarrolló hasta hace relativamente poco tiempo (muy pocos siglos, más bien), pero nos sirve para entendernos. Los «científicos» de esa época (y de la Edad Media) eran personas que trataban de darle una explicación racional a todo aquello que observaban en la naturaleza. Las personas que mantenían esta actitud eran filósofos y nos han llegado muchas de sus obras, que fueron muy importantes en su tiempo y en siglos venideros. Gracias al pesamiento de ellos y a la evolución que ha experimentado durante más de dos mil años, tenemos hoy ideas tan valiosas como los derechos humanos, la democracia y los métodos que aplica la ciencia, entre otras muchas cosas. Nunca sabremos cuánto se perdió de todo aquello. Probablemente ya hayas tenido noticia de cómo fue el final de Hipatia. Fue víctima de una vorágine de irracionalidad que arrastró a muchas personas de su época, y que desembocó en su propio asesinato en el año 415 d.C. Se destruyeron una gran cantidad de papiros (en esa época no existían los libros aún) de una de las más importantes bibliotecas de la Antigüedad, la del Museo de Alejandría, del que Hipatia fue su última directora.
Afortunadamente nos han llegado testimonios de sus discípulos y podemos saber, por ello, de la importante influencia que esta mujer ejerció mientras vivió. La fuente más importante que tenemos son las cartas de Sinesio de Cirene. Gracias a ello sabemos, por ejemplo, que compuso tablas matemáticas y astronómicas y que hizo aportaciones para el desarrollo del astrolabio (uno de los más importantes instrumentos científicos de la época), siguiendo las enseñanzas de su padre, Theon, quien fue también director del Museo de Alejandría.