Siguiendo la programación marcada por la NASA, el viernes 15 de septiembre se desintegrará, chocando contra la atmósfera de Saturno, para evitar cualquier riesgo de contaminación biológica en el sistema de lunas del planeta de los anillos. Esta sonda espacial está agotando su combustible y podría quedar a la deriva.
La sonda Cassini habrá recorrido 3.500 millones de kilómetros desde que comenzó su viaje espacial desde Florida, en octubre de 1997, hasta su final. Sirvió de nave nodriza y lanzadera para la sonda europea Huygens, que alunizó en Titán en enero de 2005. Titán es interesante porque, a pesar de encontrarse a casi 180º C bajo cero, su atmósfera podría ser similar a la de la Tierra antes de que surgiera la vida en nuestro planeta.
Sin embargo, las últimas observaciones apuntan a que otra luna, Encélado, podría esconder un océano de agua caliente bajo la superficie y, quizá, vida extraterrestre. Motivo por el que se tiene un gran interés en preservarla impoluta.
La sonda Cassini habrá realizado, en todo este tiempo, 155 órbitas alrededor de Saturno, como si tejiera un gigantesco ovillo de lana. Estas últimas órbitas de las Cassini la están llevando muy cerca de los anillos, logrando observar su delicada estructura, además de las lunas más pequeñas, que se mueven alrededor del planeta siguiendo órbitas engarzadas entre las partículas de hielo que forman uno de los mayores espectáculos del Sistema Solar.
De acuerdo con criterios científicos, el planeta Saturno y su atmósfera no reúnen las condiciones para la existencia de vida, tal como la conocemos. Por ello se considera que al zambullirla en el planeta no se afectará a posibles formas de vida extraterrestre. En sus últimos minutos de existencia, la sonda enviará una gran cantidad de datos de inestimable valor para conocer más a fondo la atmósfera del segundo mayor planeta del Sistema Solar.
La Cassini ha estado activa casi veinte años porque lleva su propio generador eléctrico nuclear de dimensiones reducidas, análogo a los que llevan las míticas sondas Voyager, lanzadas al espacio en los años 70 del siglo XX y que están escapando del Sistema Solar. Todos los materiales que componen esta nave espacial se destruirán y diluirán en el gaseoso Saturno, y no le afectarán lo más mínimo.
Los doce instrumentos científicos de la sonda nos han permitido observar y aprender una enorme cantidad de nuevos conocimientos sobre Saturno, sus anillos y sus 62 lunas. Durante todos estos años, redes sociales y medios de comunicación se han llenado de increíbles imágenes mostrando conjunciones y tránsitos, ayudándonos a comprender mejor la dinámica de los anillos, a comprobar teorías de formación planetaria, a entender mejor la estructura y la atmósfera de Saturno y la superficie de sus lunas, además de la composición y estructura interna de ellas.
Es el gran final de uno de los viajes de exploración espacial y científica más asombrosos y fructíferos que ha realizado cualquier ingenio humano. Las últimas de las 155 órbitas del ovillo imaginario que ha tejido alrededor de uno de los planetas más bellos dibujarán, como pétalos, el camino hacia su glorioso final.